¿Alguna vez te has preguntado qué aspecto tiene la planta de la que proviene la piña que comemos habitualmente? Pues se trata de una planta perenne (que mantiene sus hojas todo el año), que florece y da fruto anualmente. Pero lo más interesante de todo, es que puedes reproducirla en tu propia casa con mucha facilidad –y mucha algo de paciencia -.
Increíble, ¿no? Pues toma nota y continúa leyendo, porque hoy te explicamos paso a paso cómo plantar una piña en una maceta en tu propia casa. Créenos, vas a querer incluir una piña entera en tu próxima visita a la frutería…
¿Qué vas a necesitar?
- Una piña natural (si está un poco verde, mejor)
- Tabla de cortar
- Cuchillo de cocina
- Tarrito de cristal
- Maceta
- Sustrato
- Bolsa de plástico transparente
Cómo enraizar una piña paso a paso
El primer paso para cultivar una piña en una maceta con tierra, será conseguir que del ‘penacho’ de hojas que vienen en la piña entera, salgan unas pequeñas raíces, que agarrarán luego en el sustrato. Te explicamos cómo conseguir esas raíces:
Recorta la corona de la piña
Sobre una tabla de cocina, recorta la parte de las hojas de la piña (la corona o ‘penacho’). Si está muy madura, podrás hacerlo sin mayor dificultad con un cuchillo grande de cocina convencional, aunque siempre será algo más sencillo con un cuchillo de cortar pan, que tiene la hoja dentada y suele ser grande.

Retira los restos de pulpa
Con el mismo cuchillo, recorta los restos de pulpa que queden alrededor del tronco, dejándolo casi al ras de las hojas (con un pequeño ‘cuello’). Es importante retirar toda la carne posible, porque a la hora de sembrar la piña no aportaría nada a la nueva planta – se pudriría sin más, y estorbaría al crecimiento de las nuevas raíces.

Limpia el tronco de las hojas
Simplemente con la mano, ve ‘pelando’ la parte del tronco de la piña, para despejar y dejarlo limpio. Con las hojas ocurre lo mismo que con la pulpa: si quedan en contacto directo con el agua se pudrirán y entorpecerán el crecimiento.

No tienes que quitar todas las hojas: por un lado, retira inicialmente las que estén en mal estado en la base, y continúa eliminando poco a poco algunas más hasta descubrir alrededor de 2 cm de cuello aproximadamente. Recuerda que deberás dejar solamente hojas que estén bien verdes y vivas. Si te fijas, verás que parte del tronco ya tiene de por sí unas pequeñas raíces germinadas, así que ¡ya te puedes imaginar por dónde van a seguir saliendo!

Pon la corona limpia en agua
Busca el tarro de vidrio o vaso transparente en el que dejarás la piña para que germine. Como las hojas pesan bastante, será más práctico un recipiente que pese un poquito, para evitar que se vuelque (por eso mejor algo de vidrio que una botella de plástico recortada, por ejemplo). Si es transparente mejor, porque así podrás ir viendo la evolución, y cuándo va necesitando que lo rellenes de agua.
Es importante que la boca del recipiente sostenga la corona, de manera que el agua sólo moje el tronco sin llegar a tocar las hojas, para evitar que se vayan pudriendo. Si la piña era pequeñita, o has tenido que retirar muchas hojas y la corona no ha quedado muy grande, un tarrito de vidrio de yogur suele funcionar muy bien, porque tiene la boca estrecha (y además tiene la forma algo similar a la de una piña, así que encima ¡será decorativo allá donde lo tengas!). Si has podido conservar buena parte del penacho en buen estado, busca un tarro mayor pero que cumpla con esto que te hemos explicado.

Según vaya pasando el tiempo solo debes ir comprobando que el agua cubre la mayor parte del tronco descubierto. Aparte de eso, ¡cero mantenimiento! No te preocupes, porque las puntas de las hojas irán secándose: esto forma parte del proceso natural de envejecimiento de la piña, así que puedes dejarlas tal cual, o recortar las puntas secas si quieres. Eso sí: si ves que alguna hoja va pudriéndose, retírala para que no estropee al resto.
Pasadas unas semanas puede que comience a crecerle alguna hojita pequeña por el centro, pero en todo caso, la piña habrá ido sacando raíces dejándola lista para pasar a una maceta. Si lo prefieres, también puedes parar el proceso aquí, y dejarla viviendo en agua durante años.

(Las raíces que ves en la imagen corresponden a una piña que lleva un par de años viviendo exclusivamente dentro del agua. Para pasar a sembrar la piña en tierra no es en absoluto necesario que sean tan largas: cuando observes que ya tiene unas poquitas raíces, aunque no sean muy largas, será suficiente).
Cómo sembrar una piña en una maceta con tierra
Aunque es verdad que se puede plantar la corona de la piña directamente a la tierra (sin esperar a que haya enraizado), normalmente tendrás más éxito si te das tiempo y haces ese paso intermedio. Además, si entierras directamente el tronco antes de enraizar, te perderás una parte muy interesante del proceso. Si has decidido plantar la piña con las raíces en un tiesto, toma nota de los siguientes pasos:
Pon la tierra en una maceta
En una maceta (preferiblemente de barro y con agujero para drenar en el fondo), añade un buen sustrato para plantas. Llénala más o menos hasta arriba.

Planta la piña
En el centro de la maceta abre un agujero que permita encajar entero el tronco de la piña con las raíces que han crecido. Todo el tronco debe quedar completamente tapado por la tierra. Ten cuidado al introducir las raíces y presionar el penacho contra la tierra, para no dañarlas.

Con cuidado cierra el resto del agujero presionando la tierra con suavidad, para que la corona quede derecha, firme y se sostenga bien.

Riega y cubre la maceta
Una vez esté plantada, riega muy bien la piña plantada, y con un spray de agua pulveriza las hojas.

A continuación, toma una bolsa de plástico transparente (las de congelar comida suelen ir muy bien) y hazle algunos agujeros no muy grandes con un bolígrafo o con unas tijeras. Cubre la planta totalmente con la bolsa y fija el extremo a la maceta, de manera que quede más o menos ‘herméticamente cerrada’. Puedes hacerlo con algún tipo de cinta, por ejemplo la de pintor, que se pega y despega con facilidad. Con esto, lo que estás consiguiendo es que tu piña viva en una especie de invernadero casero: recuerda que las piñas son plantas tropicales, así que les gusta el calor y la humedad.

Si has sellado la bolsa adecuadamente, el calor y la humedad quedarán dentro del plástico, de manera que tendrás que regarla muy poco. Lo ideal es conseguir que el sustrato siempre esté algo húmedo, pero no muy mojado ni encharcado. A través de la bolsa podrás ver si necesitas retirarla para regar y pulverizar las hojas, o si puedes esperar unos días. Una vez la piña se haya adaptado al lugar donde la has colocado (preferiblemente en exterior y con algo de sol) irás aprendiendo cada cuánto te toca regarla.
Cómo cuidar una planta de piña
Cuando observes que comienzan a brotar nuevas hojas desde el centro de la planta, es el momento de retirar el plástico y dejar que viva tal cual. ¡Ojo!, a partir de ese momento tendrás que regarla algo más a menudo, porque al quitar la bolsa perderás la humedad que le daba el ‘efecto invernadero’. Eventualmente las hojas viejas de la parte exterior irán secándose. Retíralas con cuidado, pero no te preocupes, porque lo que importa es que el brote central continúe vivo y creciendo.

Pues ya está: tu planta de piña está adaptada a su nuevo espacio, y con un poco de suerte en un tiempo (puede que tarde un par de años) continuará creciendo hasta que salga la flor que se convertirá en una nueva piña (¡sí, comestible!). Este tipo de plantas pueden llegar a crecer bastante, así que si ves que es necesario, ve trasplantando a macetas mayores cuando corresponda.
¿Qué te ha parecido? ¿Alguna vez has germinado otros vegetales a partir de un pedazo del mismo? Es una manera muy sencilla y entretenida de aprender a plantar frutas y hortalizas incluso en el balcón de un apartamento de ciudad. Si tienes alguna pregunta, ya sabes: déjanosla escrita en comentarios y ¡no te quedes con ninguna duda!
Fuente: Handfie